Esta película se inspira, un tanto de lejos, en la historia de Nadir Dendoune, el primer franco-argelino que coronó la cima más alta del mundo, “El Ascenso”, fue estrenada en 2017 y dirigida por Ludovic Bernard (“Misión País Vasco”).
Su argumento parte de Samy, un chaval joven, senegalés, de familia modesta, con tres hermanos, un padre taxista, una madre protectora y que vive en una zona obrera de París donde el paro, la mediocridad y el fracaso social pululan en el ambiente.
Persiguiendo el amor de la chica de la que está encandilado desde la adolescencia y casi sin comerlo ni beberlo, se ve inmerso en el reto de subir y coronar nada más y nada menos que el Everest sin tener ninguna experiencia previa. Y lo hace por su entorno de amigos, por su familia, por Nadia y sobre todo, porque quiere llegar a ser bueno en algo y demostrarlo, tal y como él mismo dice en una escena de la película.
En el transcurso de la historia, se dan datos que nos hacen tener una idea de la envergadura (que el prota desconoce por completo) de lo que supone el alpinismo en el Everest. Datos tan relevantes como las cifras (que se dan como quien no quiere la cosa) sobre el índice de paro entre los jóvenes de la edad del protagonista. Dificultad en llegar a la cima o, lo que es lo mismo, dificultad por salir adelante en la sociedad en la que viven.
Casi dos horas de película de humor, acción y aventura en la que se alternan momentos de la vida cotidiana que Samy ha dejado temporalmente para conseguir su objetivo, que cuenta a diario en la emisora de radio de su barrio, plataforma que le va a convertir en un héroe improvisado e inesperado porque va consiguiendo que quien conozca su historia quiera perseguir su propio sueño.
Un sueño que para Samy comienza ya a su llegada a Katmandú, donde la primera imagen que se observa es la de mucha gente con sus mochilas a cuestas y que, por cierto, nos hace reflexionar sobre las numerosas expediciones comerciales que se dan en cumbres como el Everest. Momento, en el que el personaje principal de la trama sigue sin ser consciente de lo que supone el ascenso pero tampoco sabe que conseguir que la chica de sus sueños se interese y vele por él, está empezando a dar sus pequeños frutos.
Papeles clave en la historia son el sherpa y el guía de Samy, que poco a poco le dan bofetadas de realidad sobre los distintos momentos que pasan en la vida del protagonista en algo tan remoto y tan lejano para él como esta experiencia que para el espectador pasa en un “plis plas”. Amena, interesante, divertida y en ocasiones algo dura, está claro que “El Ascenso” ofrece un punto de vista distinto respecto a otras películas sobre alpinismo, como por ejemplo la que comentamos hace unas pocas semanas y que trataba otra aventura sobre el mismo pico.
Sin caer en la frivolidad, el director nos va a ofrecer, en medio del argumento, momentos que reflejan la extrema dureza de una vivencia donde está muy claro que, para Samy, el orgullo, la fuerza de voluntad, el amor propio o la integridad son valores que no le dejarán que se rinda fácilmente. De hecho, hay frases significativas del guía de la expedición como aquella que incide en que “no se trata del ritmo en el ascenso, lo importante es no pararse”.
Sin embargo y, para finalizar con esta reseña, destacaríamos una frase del propio Samy que da alguna de las claves principales de lo que esconde este ascenso….”Antes de que puedas amar a alguien, ámate a ti mismo”.
¿Curiosidades?. Para variar, parte de las localizaciones están un poquito lejos del Everest….la mayoría de las imágenes de montaña pertenecen al Mont Blanc aunque hay que decir, en defensa del equipo de rodaje, que las escenas más peligrosas se rodaron en el Campamento II del propio Everest, a más de 6.000 metros de altitud.
Más datos sobre la película:
Título original: L’ascension
Director: Ludovic Bernard
País: Francia
Reparto: Ahmed Sylla, Kevin Razy, Nicolas Wanczycki, Waly Dia, Umesh Tamang
Música: Lucien Revolucien, Laurent Sauvagnac
Duración: 1 hora 43 minutos