Astroturismo: el futuro del sector yace en las estrellas

REDACCIÓN: Wilson Williams Piña
En el último año ha habido muchos momentos en los que el mundo se ha sentido bastante pequeño, limitado por las cuatro paredes de nuestras casas. Muchos de nosotros hemos anhelado poder ver más allá de lo cotidiano, mirar algo extraordinario, antiguo o lejano. Y entonces, en algunas de las noches más oscuras, el cielo nocturno trajo inspiración y luz. Eventos de observación de estrellas desde casa como el #starentine en Twitter y las charlas diarias del Instituto de Astrofísica de Canarias usando el hashtag #IACUniversoEnCasa, nos animaron a observar las posibilidades ilimitadas del universo desde nuestras propias ventanas y terrazas, recordándonos que formamos parte de algo tan gigantesco que ni siquiera podemos concebir su escala. Ése es el atractivo de la observación de las estrellas: pone nuestras propias vidas en perspectiva. Cuando podamos volver a viajar sin preocuparnos por contraer ningún virus, tanto a nivel nacional como internacional, el astroturismo -la observación de las estrellas y cualquier actividad relacionada con el espacio y la astronomía, incluidas las visitas a observatorios y planetarios- puede que se conviertan en una de las principales tendencias del turismo. El astroturismo es respetuoso con el medio ambiente, naturalmente distanciado socialmente, y puede realizarse en cualquier parte del mundo, aunque inevitablemente, es mejor en los grandes espacios al aire libre, donde la contaminación lumínica de nuestros pueblos y ciudades no oscurece las estrellas.
“La observación de las estrellas y cualquier actividad relacionada con el espacio y la astronomía puede que se conviertan en una de las principales tendencias del turismo”

¿Por qué son importantes los cielos oscuros?

Aunque nos cueste admitirlo, la oscuridad, tanto como el día, es una parte importante del funcionamiento de nuestro mundo. Sin embargo, desde finales del siglo XIX, hemos llenado nuestro planeta de luz eléctrica: Europa, Estados Unidos y muchas partes de Asia, están ahora tan iluminados que el 99% de las personas no pueden ver la Vía Láctea o las estrellas. El derroche de luz contribuye enormemente a las emisiones de carbono y tiene repercusiones probadas en la salud humana y en la biodiversidad, que mantiene el funcionamiento de nuestro planeta y de la cadena alimentaria. La gran cantidad de residuos lumínicos que emiten nuestras ciudades está alterando los ritmos de nuestro mundo de manera severa.

¿Por qué cree que está creciendo el interés por el astroturismo?

El concepto de astroturismo ya crecía antes de COVID-19, en gran parte, porque una porción importante de la población mundial vive en zonas urbanas, con gran contaminación lumínica y falta de visibilidad del cielo nocturno. Pero la pandemia ha suscitado un interés todavía mayor por el cielo nocturno, porque para muchos de nosotros, que hemos estado atrapados en casa en espacios reducidos o con poco acceso al aire libre, el cielo nos ha proporcionado la única sensación de espacio sin límites. La observación de las estrellas en nuestras terrazas resultó ser una actividad muy popular en casa durante el confinamiento, y a corto y medio plazo especialmente, a medida que se recuperen los viajes, muchas personas seguirán buscando destinos y experiencias socialmente distanciadas, como el astroturismo.
“La pandemia ha suscitado un interés todavía mayor por el cielo nocturno, porque para muchos de nosotros, el cielo nos ha proporcionado la única sensación de espacio sin límites”

Destinos para hacer astroturismo en España

Un porcentaje mayoritario de la población mundial no puede disfrutar del astroturismo debido a la contaminación lumínica, pero España es afortunada porque cuenta con algunos de los mejores espacios naturales libres de polución para admirar la belleza de nuestro universo.

Cerro del Hierro, Sierra Morena

En Andalucía, esta sierra abarca parte de las provincias de Jaén, Córdoba, Sevilla y Huelva. En sus 400.000 hectáreas sólo vive el 2% de la población andaluza, por lo que la contaminación lumínica es muy reducida. Esto, unido a un entorno natural privilegiado, la convierte en la mayor Reserva Astronómica del mundo. Aunque la luz artificial de Sevilla perjudica ligeramente una pequeña parte del horizonte sur, durante los meses de otoño e invierno, tienes una vista espectacular de la Vía Láctea al norte y al oeste. Además, constelaciones como la Osa Mayor se distinguen claramente durante todo el año.

Parque Astronómico del Montsec, Lleida

Parc Astronòmic del Montsec. Àger, La Noguera.
En el norte de la Península, la Sierra de Montsec está considerada como uno de los mejores puntos de observación astronómica de Europa. En esta sierra de 20.000 hectáreas entre Aragón y Cataluña, las lluvias son escasas durante todo el año y las noches son mayoritariamente despejadas. Además de la escasa cantidad de pueblos en la zona, el resultado es un paraíso ideal para avistar las estrellas.

Collado del Diablo, Sierra Nevada

Algunos de los picos más altos de la Península Ibérica se encuentran en Sierra Nevada. No es difícil imaginar que desde esta sierra granadina se pueden observar algunos de los cielos más claros y estrellados de toda España. El Collado del Diablo, situado entre los ríos Monachil y Genil, es un punto de observación privilegiado para los amantes del cosmos. Con una altitud de más de 2.300 metros, tiene unas vistas excelentes, pero corre el riesgo de estar casi siempre expuesto a fuertes vientos.
“Desde Sierra Nevada se pueden observar algunos de los cielos más claros y estrellados de toda España”

Llano de Ucanca, Tenerife

Las Islas Canarias fueron pioneras del turismo astronómico en España. Todavía hoy se calcula que más de 200.000 personas las visitan cada año sólo para observar las estrellas.
“En 1910, el famoso astrónomo Jean Mascart instaló su telescopio en el pico Guajara para seguir desde allí el cometa Halley”
La isla de Tenerife siguió los pasos de La Palma, y desde principios del siglo XX, ha atraído a expertos y aficionados a sus cumbres con este fin. De hecho, en 1910, el famoso astrónomo Jean Mascart instaló su telescopio en el pico Guajara para seguir desde allí el cometa Halley. Los mejores puntos de observación se encuentran en el Parque Nacional del Teide. Al estar situados en lugares tan altos, la contaminación lumínica es nula y la visibilidad es impresionante.